Cuando nació flash, se abrió todo un mundo de posibilidades en la creación de páginas web y contenidos interactivos. Como muchos, tuvimos que acostumbrarnos a la línea de tiempo y más tarde hicimos nuestros primeros pinitos con actionscript2. Cuando parecía que ya nos defendíamos con soltura en este entorno de programación, nació actionscript3. A pesar de todo nos apañamos hasta que Adobe retiró la versión anterior de AS. A la “porra” se fueron nuestros antiguos ficheros, los trucos y todo lo aprendido, y con pereza abordamos AS3 cuando ya los rumores indicaban que flash se moría.
Entonces llegó Javascript, Ajax, las librerías Jquery… etc, etc. Y otra vez a aprender a programar. Durante un tiempo nos hemos defendido, gracias a todos los recursos que amablemente nos ofrece la red bajo licencia GNU y poco a poco a costa de ver código hemos ido aprendiendo a trastear con este lenguaje.
Ahora que empezábamos a cogerle el gustillo, se consolida CSS3 y de nuevo escuchamos: que si la carga es más rápida, que si no tenemos bloqueos de scripts por parte del navegador, que si es más fácil programar con la hoja de estilos…
En fin, está visto que esto es así, y que nos toca aprender CSS3, porque efectivamente es más eficiente y forma una pareja perfecta con html5. La cuestión es que nos vamos haciendo mayores y uno se pregunta cada vez más si no está perdiendo el tiempo con algo que quedará obsoleto en breve (alguien se encargará de ello), consciente de que diseñar es otra cosa, que tiene que ver más con la estética, la composición, el color, la grafía, etc. Nos están convirtiendo en programadores, y eso supone que el traje está hecho a medida de las nuevas generaciones y que nos vamos quedando obsoletos los de la vieja escuela. Lástima que eso suponga que los nuevos diseñadores sepan muy poco sobre la Gestalt y muchos sobre variables, funciones y clases.